Primer Sermón – Verdad en Tiempos de Confusión

Bienvenidos al primer sermón de la Iglesia TriFlames. Somos una iglesia sin muros, sin fronteras y sin compromiso con el mundo — totalmente en línea y completamente comprometida con la verdad inmutable de la Palabra de Dios.

TriFlames Church comenzó en la sencillez — solo unos pocos creyentes, reunidos en línea desde distintos estados, con hambre de la presencia de Dios y comprometidos con Su Palabra. Semana tras semana, orábamos juntos, nos apoyábamos mutuamente, y nos animábamos a vivir una fe real en la vida real.

Con el tiempo, sucedió algo hermoso. Cuanto más nos reuníamos, más sentíamos que Dios nos llamaba a algo más profundo — no solo a la comunidad, sino al propósito. Como tres chispas que convergen en una sola llama vimos cómo Dios unía nuestros corazones y nos llamaba a construir algo duradero.

Esa chispa se convirtió en TriFlames Church. Un ministerio sin muros, guiado por el Espíritu Santo, y enfocado en esparcir el fuego de la verdad y el amor de Dios por cada pantalla y hacia cada alma dispuesta a recibirlo.

Iniciemos con una oración.

Padre Celestial, venimos ante Ti humildes y hambrientos de verdad. El mundo es ruidoso y engañoso. Pero Tú no lo eres. Tú eres firme. Eres puro. Eres justo. Al abrir Tu Palabra hoy, elimina toda confusión y despierta cada corazón dormido. Que este mensaje consuma toda mentira y encienda nuestros espíritus con convicción, valentía y claridad. Que la Iglesia TriFlames sea una luz para los perdidos y una llama que nunca se apague. En el nombre poderoso de Jesús amén.

Comencemos con Juan 14:6:

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”

Este versículo no es vago. No es una sugerencia. Es definitivo. Jesús no se presenta como uno de muchos guías — Él declara con valentía que Él es el único Camino, la única Verdad y la única Vida. Esa afirmación desafía el relativismo moderno. No es políticamente correcta. Pero es absoluta, y es eterna.

Hoy vivimos en un mundo donde la verdad ya no se busca — se reinventa. A las personas se les dice que “vivan su verdad”, como si la verdad fuera propiedad privada. Se les enseña a seguir sus sentimientos, como si los sentimientos fueran guías infalibles. Pero el corazón es engañoso sobre todas las cosas, y la verdad — la verdad real — no es una cuestión de opinión. Es una cuestión de alineación con la Palabra de Dios.

Estamos presenciando una cultura que ha abandonado la verdad por conveniencia. Ya no hay un deseo de buscar lo que es justo, sino lo que es popular. La verdad se trata como una moda: aquí hoy, olvidada mañana, siempre sujeta a revisión por los influenciadores, las instituciones y los impulsos emocionales.

Esto no es sólo confusión — es guerra espiritual. El enemigo ha convertido la duda en su arma principal. No necesita convertir a las personas en ateos completos. Le basta con hacerles creer que la verdad es subjetiva. Porque si la verdad es subjetiva, entonces el pecado se convierte en un estilo de vida, el arrepentimiento se vuelve innecesario, y la salvación pierde su significado.

Sin verdad no hay justicia. Sin verdad no hay paz. Sin verdad no hay libertad. La verdad no es esclavitud — es el único camino hacia la verdadera libertad.

Nosotros estamos aquí para ocupar la brecha — no para ser populares, sino para ser fieles. No nos ajustamos a la cultura. La enfrentamos con la Palabra de Dios. Porque si no hablamos la verdad con amor, el mundo hablará mentiras con manipulación.

El mundo no necesita más ruido. Necesita una trompeta clara. Necesita voces firmes, inquebrantables y sin vergüenza. Y eso es lo que somos: una antorcha para los que están cansados de la deriva, cansados de las mentiras, cansados de la niebla moral. El Fuego de la Fe Arde Eterno — y comienza reavivando nuestro compromiso con la verdad.

Continuemos ahora con las palabras solemnes del profeta en Isaías 5:20:

“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”

Qué reprensión tan poderosa. Isaías, bajo la inspiración del Espíritu Santo, no sólo hablaba a su generación — hablaba a la nuestra.

Vivimos en una época donde lo bueno es ridiculizado y lo malo es celebrado. Donde la pureza es burlada y la perversión es aplaudida. El mundo no ha perdido su brújula moral — la ha quebrado voluntariamente y ahora ondea con orgullo una bandera de rebelión, disfrazándola de iluminación.

Llaman “amor” a la lujuria, “compasión” a la corrupción y “libertad” a la idolatría. Pero la Palabra de Dios no está confundida. No evoluciona con la cultura. La Palabra es eterna y divide con claridad perfecta lo verdadero de lo falso.

Y Seamos honestos: la batalla por la verdad no termina en los límites del mundo. También alcanza cada corazón, incluso el nuestro. Si no tenemos cuidado, la pasión puede apagarse, la convicción puede silenciarse, y la claridad puede desvanecerse.

Pero aquí, avivamos la llama. Aquí, renovamos el fuego. Aquí, nos aferramos a la verdad.

Llamamos luz a la luz, y tinieblas a las tinieblas. No porque seamos perfectos — sino porque la Biblia lo es. Y confiamos más en la verdad de la Palabra de Dios que en las tendencias del mundo.

Ahora vayamos al Nuevo Testamento para escuchar la advertencia del apóstol Pablo en 2 Timoteo 4:3–4:

“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.”

Pablo lo vio venir. Y nosotros lo estamos viviendo.

La sana doctrina — la verdad clara, inquebrantable y centrada en la Biblia — ya no es bienvenida en muchos púlpitos. En lugar de ello, las multitudes buscan palabras suaves y mensajes que hagan sentir bien. No desean transformación — desean afirmación.

Quieren un Jesús que bendiga toda conducta, un evangelio que nunca confronte el pecado, un reino sin cruz. Pero el verdadero evangelio no está diseñado para calmar oídos con comezón. Está diseñado para quebrantar corazones endurecidos. Y exige arrepentimiento, entrega y obediencia.

Hoy en día, muchos no están alejándose de la iglesia — se están alejando de la verdad. Están cambiando lo sagrado por lo sensacional, intercambiando la doctrina firme por frases vacías.

Aquí está la verdad, clara y sencilla: Si tu fe nunca ha desafiado tus deseos, tus hábitos o tu zona de confort, entonces no es la fe de la que habla la Biblia. La fe verdadera confronta el pecado que hay en nosotros. La Palabra de Dios no se adapta a nuestra voluntad; nos transforma a Su imagen. La sana doctrina no es solo información: es transformación. Y no vamos a diluir el evangelio para que sea más fácil de aceptar.

Predicaremos toda la verdad de las Escrituras — con valentía, con claridad y con amor.

No diluiremos el evangelio para agradar a las multitudes. Predicaremos todo el consejo de Dios — con valentía y con amor.

Ahora consideremos la naturaleza sobrenatural de las Escrituras, tal como se describe en Hebreos 4:12:

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”

La Biblia no es simplemente un libro — es una fuerza viviente. Es viva, lo que significa que tiene aliento divino. Es eficaz, lo que significa que tiene poder real. Y es más cortante que cualquier espada humana, porque no corta carne, sino el alma.

La Palabra de Dios hace lo que ningún consejero, filósofo o autor de autoayuda puede hacer. Revela quiénes somos y lo que necesitamos. Convence al pecador. Consuela al quebrantado. Capacita al creyente.

Pero hoy en día, muchos han reemplazado la Biblia por opiniones, psicología, o simples comentarios sociales. Pero no necesitas más opinión — necesitas la espada de la verdad. Y esa espada sólo viene por medio de las Escrituras.

Esta Palabra es santa. Esta Palabra es perfecta. Y cuando se predica bajo la unción, libera a los cautivos.

No citamos la Biblia para parecer religiosos. La proclamamos porque funciona. Tiene poder para derribar fortalezas, restaurar matrimonios, sanar corazones y redimir vidas. La Palabra es nuestro fuego, y El Fuego de la Fe Arde Eterno.

Leamos ahora el Salmo 119:105:

“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.”

La Palabra de Dios es luz en medio de las tinieblas. No siempre ilumina todo el camino de una vez — pero sí alumbra lo suficiente para dar el próximo paso.

¿Cuántos de nosotros hemos esperado claridad antes de obedecer? ¿Cuántos han detenido su llamado, esperando que las condiciones sean perfectas? Pero la fe no espera un reflector. Camina con la luz de la lámpara.

La lámpara no revela toda la jornada. Muestra justo lo necesario para avanzar en obediencia. Dios no guía con planos — Él guía con Su Palabra, paso a paso.

Si estás esperando todas las respuestas antes de moverte, puede que nunca lo hagas. Pero si permaneces en la Palabra, si eres fiel a lo que ya te ha sido revelado, descubrirás que la claridad llega con cada paso de obediencia.

No esperes que se disipe toda la niebla. Camina con la lámpara. Y confía en que el camino se aclarará mientras sigues al Señor.

La Biblia no es sólo una lámpara — también es un ancla.

En un tiempo donde los fundamentos morales han sido cortados, donde la verdad es arrastrada por sentimientos y opiniones populares, la Palabra de Dios permanece firme e inmutable. Leamos Hebreos 6:19:

“La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo.”

No nos anclamos en valores cambiantes ni en verdades subjetivas. Nos anclamos en la Escritura — porque la Escritura es segura y firme.

Las redes sociales no pueden ser tu brújula. Las emociones no pueden ser tu ancla. La opinión pública no puede ser tu faro. Sólo la Palabra de Dios puede estabilizar tu alma en un mundo que constantemente deriva.

Si te sientes perdido, inestable, arrastrado por mil direcciones — es hora de lanzar el ancla. No hacia tu pasado. No hacia el consejo humano. Lánzala hacia la Palabra eterna de Dios.

Este ancla sostiene. Este ancla permanece. Este ancla nunca falla.

Ahora volvamos a la sabiduría profunda de Proverbios 3:5–6:

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.

Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.”

Este pasaje no es simplemente una poesía hermosa — es una estrategia de supervivencia en tiempos caóticos.

Vivimos en una generación que exalta el “yo”. Autoayuda. Amor propio. Confianza en uno mismo. Pero la Biblia no nos llama a confiar en nosotros — nos llama a confiar en el Señor.

Nuestro entendimiento es limitado. Nuestra perspectiva es estrecha. Nuestro juicio es defectuoso. Pero Dios ve el tablero completo. Él sabe lo que viene. Y cuando dejamos de apoyarnos en nuestra lógica y comenzamos a confiar plenamente en Su verdad, todo comienza a alinearse.

La paz verdadera no viene de entenderlo todo — viene de saber Quién lo tiene todo en Sus manos. Y cuando lo reconocemos, cuando hacemos Su camino nuestro camino, los senderos torcidos se enderezan.

No nos apoyamos en lo que sentimos. Nos apoyamos en la fe. Y la fe significa confiar en Dios incluso cuando no vemos toda la imagen.

Ahora meditemos en la promesa que encontramos en Malaquías 3:10:

“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos,

si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.”

Este es uno de los pocos pasajes donde Dios dice: “Pruébame”.

Él está diciendo: “Ponme a prueba. Sé obediente, y mira lo que haré.”

Este versículo habla de mucho más que finanzas. Habla de obediencia total. Cuando honramos a Dios con nuestras posesiones, con nuestro tiempo, con nuestros pensamientos, con nuestras relaciones — cuando nos alineamos con Él, nos posicionamos bajo las ventanas abiertas del cielo.

La bendición no es suerte. No es casualidad. Es la recompensa del alineamiento. La obediencia nos posiciona para la provisión.

La prosperidad no es codicia — es gracia. Cuando caminamos rectamente, Dios derrama Su bondad. No porque la merezcamos, sino porque estamos en posición de recibirla.

Leamos lo que dijo Jesús en Juan 8:32:

“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”

La verdad no oprime. La verdad no limita. La verdad libera.

Pero esa libertad sólo viene cuando conocemos y caminamos en la verdad. No una versión diluida del evangelio. No una doctrina que acomoda la cultura. Sino la verdad, pura y sin adornos.

No hemos sido llamados a entretener a las masas — hemos sido llamados a edificar un altar. No estamos tras la relevancia — estamos tras la justicia.

No nos avergonzamos del evangelio, porque es poder de Dios para salvación. Y no pediremos disculpas por predicar lo que dice la Biblia — con claridad, con firmeza y sin compromiso.

El Fuego de la Fe Arde Eterno. Y mientras permanezcamos enraizados en la Palabra, esa llama no se apagará.

Terminemos con una oración.

Señor, gracias por Tu Palabra — inquebrantable, inmutable, e incomparable. Nos arrepentimos por habernos apoyado en nuestro propio entendimiento. Te pedimos que nos arraigues en la verdad. Danos valentía. Danos discernimiento. Haz que esta iglesia sea un fuego santo en una tierra seca y sedienta.

Te damos gracias, Padre, por habernos reunido en este momento — superando distancia y barreras — para escuchar Tu verdad. Bendice a cada persona que se ha unido a este mensaje. Fortalécelos, guíalos, y permite que la semilla sembrada hoy produzca un fruto abundante en sus vidas.

En el nombre poderoso de Jesús — amén.

Si has llegado hasta aquí, entonces has escuchado todo el mensaje. Y queremos darte las gracias — no solo por escuchar, sino por abrir tu corazón.

Esto no fue entretenimiento. Esto fue verdad. Y la verdad requiere una respuesta.

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Camina con nosotros. Crece con nosotros. Permanece en la verdad.

Iglesia TriFlames — El Fuego de la Fe Arde Eterno.

Que Dios te bendiga! Nos vemos el próximo domingo.